"La música es una necesidad. Después de la comida, el aire, el agua y la calefacción, la música es la siguiente cosa necesaria en la vida. Simplemente, tocar un tema es un lujo" (Keith Richards, 1988)

27/2/07

Doblete para Santaolalla


Resulta que Gustavo Santaolalla, el músico argentino ex-Arco Iris ganó su segundo Oscar consecutivo a Mejor Banda de Sonido por Babel -el año pasado, fue por Secreto en la Montaña- y su ascendente carrera ya atrajo la atención hasta del realizador Francis Ford Coppola -ganador a Mejor Director por "Infiltrados"-, quien le propuso componer la música de su nuevo film. ¿Debemos sentir orgullo? Es decir: está muy bien, no vamos a discutir a Hollywood como la meca del cine (comercial), siempre teniendo en cuenta que se trata del reflejo de los intereses y gustos propios de esta industria. Es sabido que Santaolalla tiene un gran talento para convertir en oro todo lo que toca. Ha hecho que bandas de acá y de toda latinoamérica alcancen un éxito exorbitante, pero también es muy cierto que le ha hecho de un modo formulaico, y éstas han dejado mucho de su esencia en cada disco por él producido. No quiero sonar reaccionario, pero es que reivindicar a alguien sólo porque ha recibido el aval de la academia me resulta insuficiente. En este sentido, por ejemplo, tenemos a Scorsese, cuya premiación ha sido desestimada en más de una ocasión ("Taxi Driver" o "Toro Salvaje" son los casos más resonantes e indignantes, en especial el primero), y ahora resulta que se han dado cuenta de su genialidad. O antes no era talentoso, quién sabe.

No sé, nunca me he creído esto de los premios. Además, no me gustan los productores-estrellas. Al menos en este caso se ha reconocido algo que él ha compuesto, y eso lo salva. Y, claro está, hay algo muy destacable en todo esto, y es que su música no entra dentro de los parámetros orquestales en los que se suele mover la música de cine. Me gusta pensar que los argentinos tenemos algo que aportar al mundo, ya sea desde el espectáculo o desde cualquier otra disciplina humana, pero reniego de nuestra detestable costumbre de bregar constantemente por la aprobación externa. Bueno, quizás esa sea la condena por nuestra eterna arrogancia.

Saludos,
José

No hay comentarios.:

Publicar un comentario